Óleos

El óleo es considerado el rey de las técnicas de pintura desde hace siglos. Cuando se pinta al óleo se comprende la razón. Cada uno de los genios desde el 1500 ha venido asentando sus experiencias y exigiendo a los fabricantes mejores pigmentos, mejor ductilidad, pasta más homogénea, más variedad de colores, previsibilidad en el secado.

Pintar con una técnica asentada por siglos - sin embargo- no quita el sentido de la aventura y el riesgo, pues estos no vienen del uso de la técnica sino de la experiencia de materializar la idea y cotejarnos en nuestras capacidades de representarla, o de soltarnos y dejarnos llevar adonde ella nos lleve. Sin embargo, la particularidad pastosidad mantecosa del óleo es incitante, los colores previsibles nos ayudan a imaginar las mezclas deseadas, hay un resbalar gozoso en su uso.

El óleo no es un color, es una pasta. La materia tiene importancia en el relieve vamos dejando, la huella del pincel o la marca de la espátula, deliberadamente abundante, expresivo también en su volumen. Aunque muchos pintores usan un óleo justo, sin relieve ni exceso de materia, a mi me ha gustado siempre valerme de esa pasta como otro recurso expresivo, como alzar la voz…a veces como “cantar.”. Es como poner acento a la pintura.

Haber dirigido el Taller de Pintura al Óleo de Bellas Artes por muchos años me ha mantenido abierta a una cantidad de temas, me motivan las flores, los paisajes, los bodegones, todo lo que se mencionaba en clase me abría la percepción hacia ese tema, tal vez por responsabilidad de Cátedra, para mejor acompañar a los estudiantes. El mismo programa que iba desarrollando en clase me servía de estímulo para no quedarme en un mismo tema. Porque creo que quedarse en un mismo tema limita los desafíos, encasilla la capacidad, y también limita el goce y la emoción de explorar nuevos terrenos