Dibulos

Hay una magia......

Hay una magia en el dibujo, el lápiz es una varita mágica, se pueden sacar conejos de una galera con un simple lápiz y un papel, hacer aparecer allí a la vista de otros en sólo unos minutos lo que era solo idea, o lo que está allí adelante, depurado y simplificado, o alterado con mi propio condimento, no indiscriminadamente completo como lo haría una cámara.

El dibujo es más libre para mi que la pintura. Es más portátil, puedo dibujar en cualquier papelito que haya en la cartera. Me gusta mucho dibujar, me expresa y me divierte: siento que me fluye bien.

Como no le pongo tanto tiempo ni expectativas y sé que lo puedo descartar sin ninguna consecuencia no tengo vergüenza ni pereza de dibujar cualquier idea que se presente, casi como un juego.La pintura en cambio ya implica una preparación, una actitud más preparada.

Siempre llevo conmigo un block y un lápiz, aunque últimamente la tablet me sirve, y hasta en la pantalla del teléfono he hecho dibujos, en una sala de espera atestada de gente.

Con espontaneidad dibujo lo que haya delante, por el puro placer de ver como con el lápiz puedo capturar la imagen, o con la intención de resaltar una expresión de momento, o un sentimiento mío que se identifica con el tema, o una forma que me gusta, o un contraste de luces que me atrapa.. Enfatizo trazos que tienen que ver con la composición artística, me doy cuenta que no es una simple copia por lograr el parecido. Algunos de mis dibujos comienzan siendo ejercicios auto impuestos para vencer alguna dificultad de la que soy consciente, y luego ya en marcha “me llevan a pasear” por otros terrenos más allá de la simple práctica, con placer y satisfacción, y me gusta el resultado.

A menudo me sorprendo de los distintos enfoques que surgen de un tema cuando paseo encima de él con un lápiz a la captura de su aspecto pero también de su alma. La mente acompaña el proceso de reconocimiento y al terminar el dibujo hay una nueva simpatía. En una forma rara “entré dentro de el tema” y salgo con otra óptica, parte de la cual se lee en mi dibujo, y la otra parte me queda adentro como conocimiento.

Es rara mi relación con el dibujo, siempre se me dio como un idioma, diseñaba ropa, explicaba a los carpinteros cómo quería un mueble, enseñaba matemáticas a mis hijos partiendo la torta o acomodando las naranjas en diferentes canastas. Me costaría mucho vivir sin dibujar.

Es lidiar con la magia, parte pongo yo y parte no sé de donde viene, pero la imagen se hace posible, casi instantáneamente, nada presuntuosa pero eficaz.